E Maria de las Mercedes Semhan
MARÍA DE LAS MERCEDES SEMHAN
(Rosario, Argentina - )


María de las Mercedes Semhan nació en Rosario, Argentina. Reside en la ciudad de Corrientes actualmente. Es Pedagoga Social y escritora. Ha publicado las siguientes obras: La Paz es mi Universo (2005) Poesía, Almácigos Verbales (2008) Ensayos, poesía y cuentos.



Auto - reciclaje humano –

Autora: María de las Mercedes Semhan de Pasquinelli

Una  aproximación a la realidad

 

 

Clausuro el celibato con mis prejuicios y contraigo nupcias con la libertad…

 

¡Qué más puede pretender un hombre que liberarse de todo lo que es infructífero!

Lo que ocupa espacio en nuestro ser y no permite que nuevas ideas, acciones y aprendizajes ocupen nuestra vida y hagan nuestra historia más digna.

El Amor se presenta como eje transmisor de lo que nos hace comunes y diferentes a la vez. El sentimiento es el mismo, las manifestaciones son las cambian según cada actor.

Heráclito decía “nada se termina, todo se transforma”, y es en ese devenir, en ese cambio que nuestra existencia puede tomar un rumbo exacto y preciso. Y hasta me arriesgo a decir que son las emociones las que nos brindan un referente válido, por alguna razón fluyen, no piden permiso, ni se fijan en que momento surgen. Hasta  el mismo Sigmund Freud, ya en el Siglo XX, las tuvo en cuenta para explicar lo inexplicable, lo que desconocemos, el tan significativo inconsciente.

Las carencias son el inicio de un largo camino de manifestaciones inexplicables, y en este punto me detengo, deseo hacer especial énfasis en que si bien son importantes las causas, lo que prima es nuestra buena elección a la hora de calificar lo que es prioridad en nuestra vida. Si se tiene la madurez de seguir el camino y comenzar otra etapa nos haya pasado lo que nos haya pasado, incluso hechos gravísimos que no creíamos posible superar jamás.

Elegir darnos otra oportunidad es lo más acertado que podemos hacer, confiar en nuestra capacidad de transformación, evolución y crecimiento mental, físico y espiritual.

Si bien los altos índices de pobreza hoy en día nos dicen que la miseria es una realidad alarmante, existe otra carencia que deja más huellas y que en el siglo XXI estaría más descuidada que la anterior, la carencia afectiva, lo económico no es todo, y es en este aspecto que debemos hacer un cambio radical de paradigma. Sólo amando al otro como a nosotros mismos tendremos oportunidad de transformarnos en conjunto. Sólo convirtiendo lo mío en lo nuestro es que por fin nos daremos cuenta que todos somos sujetos del aprendizaje y que todo lo que no se comparte se pierde.

Todos los que hemos sido padres conocemos lo maravillosos que es ese sentimiento, pero lo más desafiante es que te adjudica una responsabilidad de por vida que hoy en la sociedad de consumo, del “clic”, de la saturación de información, de la evasión, queremos dejar a un lado adaptando esta responsabilidad a la época, y este rol –me refiero al de padre- no es una elección, es una obligación. Sin lugar a dudas la más importante, todo pasa  a un segundo plano desde el momento que tenemos un hijo, esa debe ser así, pero lamentablemente no lo es en muchos casos. Y es ahí donde comienza nuestra gran dificultad de este siglo de la globalización, la comunicación-incomunicación, como diría Humberto Eco en el Siglo de la comunicación estamos más incomunicados que nunca, y así todo este contexto nos determina. Pero sigue existiendo esa posibilidad de cambiar y está en el interior de cada uno ese potencial poder. Yo decido sobre mi vida, no lo olvidemos. Ese es un derecho y una elección propia.

Los barriletes por el aire van como los niños en la acera juegan.

El espacio es infinito y nuestro entorno tan completo. Sólo basta crear situaciones simples y especiales para darse cuenta de que las cosas son más sencillas de lo que parecen.

Escribo cuando callan mis sentidos

Escribir nos conecta con lo que está más allá de lo que se pueda percibir. Insólita conjugación de misterios y realidades son las palabras cuando nos invitan a descifrarlas; navego en el río de lo manifiesto en sus frases acaudaladas, espumeantes, torrentosas. Me sumerjo en lo profundo de los significados y siempre me sorprenden o enseñan a resistir, seguir o compartir. Las aguas me limpian por dentro y por fuera.

Corretean en mis arterias todas las sensaciones de frescura, que maravilla de la naturaleza el estado líquido. Un sin fin de definiciones se precipitan, en estado sólido me golpean las ideas quietas, se renuevan y convierten en dinámica de acción.

Creo en el potencial niño interior que llevamos, bien adentro, lo venero y lo reivindico. Me reflejo en cada pequeño cuando siento su presencia tan iluminada, curiosa, radiante de quehaceres.

Los niños son la esperanza de un futuro venturoso, son ese hombre del mañana que siempre se sueña idealizado.

Los niños son ese amanecer que ya en el primer rayo de luz expresa todo un día lleno de acontecimientos.

Los niños avanzan en la misma dirección de sus grandes deseos de vivir, siempre hacia delante.

Ellos son todo eso y mucho, muchísimo más, pero sólo con el apoyo del adulto lo lograrán, con su guía y el acompañamiento constante. De ahí la tan importante e insustituible función de la familia. Los vínculos familiares son los que nos construyen como personas desde nuestra más tierna infancia. Son el sustento de nuestras futuras relaciones y son como lo manifiesta el célebre escritor  Ortega y Gassett cuando expresa: “He reducido el mundo a mi jardín y ahora veo la inmensidad de todo lo que existe”-eso son ellos una minúscula parte del todo y a la vez el todo completo-, pero a no confundirse, en un jardín artificial puede haber de todo menos oxígeno, y ese oxígeno representa al valor de la familia, más específicamente al valor que une la familia: EL AMOR.

Por eso es que concluimos en que cada niño, como cada familia, son únicos e irremplazables. Y el auto-reciclaje humano es permanente y también implica conservar lo bueno. No todo lo nuevo es valioso, ni todo lo pasado debe mantenerse. Es preciso encontrar un delicado equilibrio entre lo que vale la pena conservar y lo que vale la pena cambiar (reflexión que me han regalado últimamente mis maestros).Compartimos este final abierto con Uds. Y les deseamos que le encuentren el mejor de los desenlaces cotidianos.

  



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