LVII
Recuerdo que una vez soñé con el amor,
…Ya no más!
Las musas solían ser diosas que odiaban mi poesía,
Las flores que olían a primavera
Han muerto y hieden a viseras putrefactas.
Entre el Fausto de Goethe
Y la lírica de López de vega
Yo soñaba con mi musa
Y los aplausos de un público
Que no comprendieron;
Que las palabras hablaban
De un corazón roto.

Escribí rimas y métricas en la clase de literaturas,
Memorice la niña de Guatemala de José Martí,
Sentí nostalgia de la cuba de Julián del Casal
Y entre la melancolía de los poemas de Gutiérrez Nájera
Y los poetas del post- modernismo de mi Nicaragua
Yo soñé con el amor.
La lira de Bécquer tocaba una delicada canción,
Por la mañana, cerca de la ventana, un árbol de anonas
Sobresalía en el jardín.

Gasté las suelas de mis zapatos baratos
De ir y venir por la calle donde ella vivía
Y solo fui un adolescente
Que en los actos de secundaria
Robaba el micrófono para leerle mis poemas
….ya no más!

Publique en el periódico “Ella y yo”
Y el editor jamás quiso
Publicarme un poema más.

Era el fantasma olvidado
Que vagando entre su desprecio
Y los rincones del recuerdo
Buscaba el descanso a esa pena
Que se llama “amor”.

Sus ojos no eran bellos,
Pero, para mí lo eran.
Nunca más he sentido esa mirada,
Nunca más he escuchado esa voz,
Nunca más he visto ese rostro.
….nunca más!
Ni siquiera en ella!

Había tantas maneras de decir las cosas
Solo esperaba una sonrisa
Y cada día como el coronel de Gabriel García Márquez
Al menos esperaba una carta de ella
Nunca llego ni tampoco ella,

Deseaba haber tenido el poder de expresión de Pablo Neruda
Y haberle escrito todos esos versos,
Pero ella estaba vacía.

Un día como el principito me di cuenta
Que esa flor egocentrista
Nunca seria mía
Y que habiendo cientos de iguales y mejores
Me había engañado.

Clamo mi poesía al universo
Pero hace millones de años
El big bang había ocurrido
Y ya no había energía para crear
El amor que necesitaba.

Entonces me sentí burlado por el
Cielo y el infierno
Por Goethe y por el mismo Jonás Sufurino.

Y me di cuenta que Safo de Lesbos amaba a sus discípulas
Y cuando logro enamorarse de Faón se suicidó
Tirándose al mar desde la roca de Leúcade,
Que Nietzsche era un desdichado que tanta sabiduría
No lograron conquistar a Lou salome.

Que Darío volvió tanta veces como leí ante
Rafaela contreras sin poder olvidarla,
Ni en Argentina,
Ni en España.

Que Bécquer nunca tuvo el valor de decirle,
A la mujer que amaba, el amor que por ella sentía.

Y que ni Dios ni el Diablo te puede dar el amor de una mujer
Tuve que ir tan lejos para darme cuenta,
Tuve que haber escrito tantos poemas
Que luego quemaba en las llantas que incendiaba
Con gasolina en el patio de mi casa.

He recapacitado que una mujer no vive de letras
Y que cuando se enamora es más romántica que un poeta,
Que el cuerpo puede escribirle los poemas que con el alma
Jamás entendería y
Que hasta Bukowski se enamora.

Marvin Salvador Calero Molina
Nicaragua.