Gildardo Gutierrez Isaza (Visitante)
| | HA LLEGADO LA HORA
Escucha nuestras risas y también nuestro llanto
Escucha los pasos de millones de esclavos
Escucha la protesta interminable
De esa angustia que se llama hombre
Vicente Huidobro
Alarido callejero, oscuros causes,
grito de selva enraizado en tu piel
Chile recuerda el holocausto,
No dejes que el olvido haga mella en la memoria,
no permitas que la indiferencia,
las voces del silencio inunden cegando tus ojos,
opacando el recuerdo de tus seres queridos
con su macabra sombra de muerte.
Sendero indeciso,
Caterva irrumpiendo en Palacio,
Asolando la espesura con su invasión poderosa
Con su dolor infinito.
Rumor de viento quebrándose
Replegando la tarde y permitiendo
En su llamado mortal, en su risa siniestra
Que los asesinos devastaran la esperanza.
Allende solitario, Neruda desolado con la tragedia
y un pueblo absorto, con las manos en cruz
inclinando la balanza del miedo;
solos en la hora solitaria, la hora de la venganza, del exterminio.
Con su vestido oscuro, con sus trajes cubiertos de sangre,
bárbaros de la noche tomando posesión del ultimo vestigio,
del ultimo rescoldo llamado libertad.
La noche pálida, doliente cabalgando solitaria
tras la ciudad sitiada, cerrando sus labios,
observando como se atrincheran,
como irrumpen sanguinarios, sin piedad...
exclamación reprimida, amurallada.
La noche despunta y con la luz de la tragedia
el rumor de la guerra, de invasión, negación de la verdad,
Tautológica de la muerte de inocentes.
Lento juego macabro de palabras y melodías difusas.
En las calles acechando la bestia,
con su cintura de niebla,
Fantasmagórica y siniestra.
Fosa llena de mujeres, de estudiantes, de obreros,
amas de casa, Intelectuales, profesores, estadistas...
Condición: Seres pensantes.
Ha llegado la hora:
La irrupción de la bota en los colegios,
Fabricas, talleres, universidades.
Tu secretos me acusan, causan pánico.
Ojos abierto y callados, letanía del miedo que rompe cerrojos
Y reprime la voz, llevándolos al sepulcro del vacío
A no decir nada, a callar sin protestar.
Muertos por miles, por millares.
El repiquetear de la metralla no cesa;
Los bandos se dividen, se unifican y surge la bestia
Con su verde oliva de fuego y sangre.
Quien no conoce la historia esta condenado a repetirla
A sangrar por su propia sangre,
A deshojar uno a uno sus temores y cercenar sus ideas
Tras el gigante fortificado del silencio.
Ha llegado la hora del conocimiento, de un nuevo día:
Legado de dolor postrado en las huellas marchitas del pavimento,
en las calles y barricadas.
En las lagrimas de los muertos.
Libros de hojas blancas con sus lúgubres fantasmas,
Con su voz de terciopelo...
Escucha y escribe;
Levanta tu voz, no apagues el farol del entendimiento.
Quien no conoce la historia forjara la suya con sangre y dolor.
En honor a todos los Chilenos caídos durante el golpe de estado del 11 de Septiembre de 1973, como también a todos los Argentinos en Marzo de 1976 |