Un mito siempre azuza un cascanueces
en los bolsillos de mejor fortuna.
Los de pobreza y sinrazón rompemos
la igualdad que nos une en el olvido.
Pan de raza discreta,
surco de melancólicos
y parto de alimoches,
esperamos, ociosos, el olor de las tardes.

La plaza disminuye a boticarios
s sueldo de mentol en las terrazas,
somos cuna y despojo
con sello de impotentes
escudos en las formas;
hambre y sed en vagancia consumista
de fueros aplastando el costumbrismo.

Con impotencia acuden
caldos de estrecha mueca
y estilado fiambre
en este rol de ideas.
Rastreamos las sombras que seducen
laxitud de fragancias contrapuestas:
suave arena en la mente, y en forma de payasos
que cruzan la alameda con el día en los zuecos.

(Del libro: "piel de un pergamino" -eboook gratuito en bubok.com)