Poesias romanticas
POESÍAS ROMÁNTICAS


Los versos del Capitán (Texto completo) IR.
Veinte poemas de amor y una canción desesperada (Texto completo) IR



JAIME SABINES
Los Amorosos

Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.

Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se estan yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre- ¡ que bueno !- han de estar solos.

Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.

En la obscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.

Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.

Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor como una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.

Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.


MARIO BENEDETTI
HAGAMOS UN TRATO

Cuando sientas tu herida sangrar
cuando sientas tu voz sollozar
cuenta conmigo

(de una canción de Carlos Puebla)

     Compañera
     usted sabe
     que puede contar
     conmigo
     no hasta dos
     o hasta diez
     sino contar
     conmigo

     si alguna vez
     advierte
     que la miro a los ojos
     y una veta de amor
     reconoce en los míos
     no alerte sus fusiles
     ni piense qué delirio
     a pesar de la veta
     o tal vez porque existe
     usted puede contar
     conmigo

     si otras veces
     me encuentra
     huraño sin motivo
     no piense qué flojera
     igual puede contar
     conmigo

     pero hagamos un trato
     yo quisiera contar
     con usted
     es tan lindo
     saber que usted existe
     uno se siente vivo
     y cuando digo esto
     quiero decir contar
     aunque sea hasta dos
     aunque sea hasta cinco
     no ya para que acuda
     presurosa en mi auxilio
     sino para saber
     a ciencia cierta
     que usted sabe que puede
     contar conmigo.


TÁCTICA Y ESTRATEGIA

Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos

mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible

mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos

mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos

no haya telón
ni abismos

mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.


PABLO NERUDA
(Los versos del Capitán)
En ti la tierra
    
Pequeña
rosa,
rosa pequeña,
a veces,
diminuta y desnuda,
parece
que en una mano mía
cabes,
que así voy a cerrarte
y llevarte a mi boca,
pero
de pronto
mis pies tocan tus pies y mi boca tus labios, has crecido,
suben tus hombros como dos colinas,
tus pechos se pasean por mi pecho,
mi brazo alcanza apenas a rodear la delgada
línea de luna nueva que tiene tu cintura:
en el amor como agua de mar te has desatado:
mido apenas los ojos más extensos del cielo
y me inclino a tu boca para besar la tierra.

El alfarero

Todo tu cuerpo tiene
copa o dulzura destinada a mí.
    
Cuando subo la mano
encuentro en cada sitio una paloma
que me buscaba, como si te hubieran, amor, hecho de arcilla
para mis propias manos de alfarero.
    
Tus rodillas, tus senos,
tu cintura faltan en mí como en el hueco
de una tierra sedienta
de la que desprendieron
una forma,
y juntos
somos completos como un solo río,
como una sola arena.

El viento en la isla
    
El viento es un caballo:
óyelo cómo corre
por el mar, por el cielo.
    
Quiere llevarme: escucha
cómo recorre el mundo
para llevarme lejos.
    
Escóndeme en tus brazos
por esta noche sola,
mientras la lluvia rompe
contra el mar y la tierra
su boca innumerable.
    
Escucha cómo el viento
me llama galopando
para llevarme lejos.
    
Con tu frente en mi frente,
con tu boca en mi boca,
atados nuestros cuerpos
al amor que nos quema,
deja que el viento pase
sin que pueda llevarme.
    
Deja que el viento corra
coronado de espuma,
que me llame y me busque
galopando en la sombra,
mientras yo, sumergido
bajo tus grandes ojos,
por esta noche sola
descansaré, amor mío.

El tigre

Soy el tigre.
Te acecho entre las hojas
anchas como lingotes
de mineral mojado.
    
El río blanco crece
bajo la niebla. Llegas.
    
Desnuda te sumerges.
Espero.
    
Entonces en un salto
de fuego, sangre, dientes,
de un zarpazo derribo
tu pecho, tus caderas.
    
Bebo tu sangre, rompo
tus miembros uno a uno.
    
Y me quedo velando
por años en la selva
tus huesos, tu ceniza,
inmóvil,
lejos del odio y de la cólera,
desarmado en tu muerte,
cruzado por las lianas,
inmóvil en la lluvia,
centinela implacable
de mi amor asesino.


(Veinte poemas de amor y una canción desesperada)

Poema veinte


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: " La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.


PIEDAD BONNET

Armonía

Oye cómo se aman los tigres
y se llena la selva con sus hondos jadeos
y se rompe la noche con sus fieros relámpagos.
Mira cómo giran los astros en la eterna
danza de la armonía y su silencio
se puebla de susurros vegetales.
Huele la espesa miel que destilan los árboles,
la leche oscura que sus hojas exudan.
El universo entero se trenza y destrenza
en infinitas cópulas secretas.
Sabias geometrías entrelazan las formas
de dulces caracoles y de ingratas serpientes.
En el mar hay un canto de sirenas.
Toca mi piel,
temblorosa de ti y expuesta a las espinas,
antes que el ritmo de mi sangre calle,
antes de que regrese al agua y a la tierra.


DIANA CAROLINA CORTÉS

Momento

Sostenme un instante,
Mientras procuro  cerrar mis ojos
A fin de ahuyentar
Los pequeños gigantes
Reclamos internos,
Y así no lo logre,
Sostenme,
Para arrojar entonces
Mi mirada  a un nuevo infinito,
Mientras mis pulmones buscan
El aire de un lugar de ensueño,
Y para cuando exhale,
Igual sostenme,
Que yo volveré
A mirar al frente,
Porque aún
Cuando me  esté tomando
Esta infusión,

Que el remedio estaba en escribir,
Y aguardar tu recuerdo
En la plenitud
De una existencia sin reparo,
Así pues,
Estimada sombra
Gracias por auxiliarme…
Compañera intrépida
En mis afanes  de nada
Y  mi necesidad de todo.

JOEHÁN L. ROMERO

Para estar junto a ti

Para estar junto a ti
me he convertido en aire,
paso, te envuelvo;
tú eres también de aire.
Para llegarme a ti me he dejado crecer
la barba, el cabello,
y me he internado en la selva.
Ahora soy un león y te devoro;
huyes, te devuelves,
sobrevives en el bosque,
ilesa.
¡Te amo!
Contamíname ahora.

Yo voy contigo en la turbia espuma,
me dejo ser amapola para que me fumes.
Ven,
ahora soy tu lecho de vértigo,
¡ámame!
Por estar en tu pecho
me he convertido en una gota de sangre,
fuego;
tú eres también una gota de sangre humana,
fogonazo de mi deseo.

Yo soy tu ángel
y voy creando el universo
-nuestro universo-,
lo pueblo de errantes alas,
creo tu cuerpo y mi amor sobre el mundo;
me convierto en aire,
fuego,
león,
todo, nada,
y te amo.





¡UNA OBRA DE COLECCIÓN!
 

Título: Metapoesía
Autor: J. Lallemant
ISBN: 978-1725512801
Páginas: 82
Disponible en: Amazon
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