Ordenado por nombres y apellidos

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Daniel Abelenda Bonet (Uruguay)

EL PEUGEOT 403
El Peugeot 403 estacionado en la  calle de la Plaza, frente al Juzgado, indicaba que mi padre estaba allí  – como a la mayoría de los niños, me gustaba visitarlo en su lugar de trabajo. Subí por los tres escalones de mármol de la entrada, me crucé con gente que salía con carpetas bajo el brazo de aquella casona con claraboya, y entré a una de las habitaciones laterales que decía “Actuaría”; enfrente, quedaba el despacho del Juez
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Graciela Garay (Argentina)

DOS CAFÉS
Dos cafés, dijo él, sin preguntarle a la mujer que lo acompañaba. Sonó imperativa la voz cuando agregó:- Y dos vasos grandes de agua, por favor.
Estaba evidentemente enojado o al menos contrariado, en cambio a ella se la veía sumisa, casi temerosa, con unos ojos cobardemente azules que nunca se alzaron hacia él. Escuché que casi en un susurro le dijo: “no me tratés así, sos malo conmigo”
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Jesús Cano Urbano (España)


COMO HERMANOS
En el pequeño pueblo fue un nacimiento sonado. Dos hermosos gemelos rebosantes de salud. El primero alumbró con facilidad, como si ansiara llegar a este mundo. El
segundo se agarró a las entrañas de la madre hasta matarla... Algo que el padre no perdonó jamás.
Al primero lo llamó Carlos, dedicó todo su tiempo y esfuerzo para darle felicidad. Las mejores ropas, los halagos más dulces, los mejores colegios.
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Jorge Castañeda (Argentina)

CRÓNICA DE UN POETA EN LAS GRUTAS
Puedo decir como dijera Scalabrini Ortiz sobre Buenos Aires que “tengo ternuras mías en cada una de las calles del Balneario Las Grutas.
Si bien soy bahiense por nacimiento, valchetero por adopción y grutense por afectos desde hace ya veinte años en este hermoso balneario suelo pasar dos meses de solaz en plena temporada estival.
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Lilia Lardone (Argentina)

AHORA QUE LA TITI NO ESTÁ
Más que un negocio, lo de los relojes era una manía. Yo ni siquiera podía arrimarme adonde él trabajaba, siempre en silencio, y sólo a la Titi la dejaba llenar los cartelitos que colgaba en cada reloj, después que el cliente se iba. La Titi hasta tenía permiso para escribir con el lápiz copiativo en los libros de cuentas.
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Mariano Sanz Navarro (España)

LOS MONOS AULLADORES
Recientes estudios efectuados por el profesor Ridjhard Franz de la Universidad internacional de Copenhague han desvelado, por fin, el misterio que durante tantos años ha rodeado el origen de las intensas señales fónicas emitidas por los miembros de las comunidades de monos aulladores de América del Sur.
El Dr. Frisch fue el primero en investigar, a lo largo de más de treinta años, el sistema de señales de las abejas...
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Marta Díaz Petenatti (Argentina)

LA LAMADA
Laura estaba hablando por teléfono cuando la lluvia arreciaba y el cielo se iluminaba con explosiones de luces.
Mario le hablaba de su actual problema pero ella, debido al miedo que le producían las tormentas, no podía seguir prestándole atención. Le explicó sus temores y finalizó la conversación fijándola para otro día.
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Martín Clemente Zambrano Astudillo (Ecuador)

QUIEN SABE
Corría, a más no poder, sintiendo en la garganta una especie de resequedad que parecía encendérsele como hojarasca hasta el interior del pecho; que le comprimía el paladar y se le apretaba como piedra en el borde interior de las encías con insoportables ardencias, que le provocaba en la lengua la sensación desagradable y lánguida de chicle desgastado o de trapo seco dentro de la boca.
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Reo West (Argentina)

EL ESTRELLERO
¡Sos un hijo de puta! - Me increpó La Negra haciendo sonar el vaso sobre el mostrador.
 
-  Vos ya sabías que salía con otra.
-  No me importa... ¡Sos un reverendo hijo de puta!
-  Estás borracha.
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Ricardo López Ruiz (España)

SOBRE LA FUGACIDAD DEL MOMENTO
La Realidad nos va transformando al mismo tiempo que nosotros la transformamos a ella. Somos actores de sus designios. Nos señala con el dedo qué hacer y qué no hacer. Pero alguna vez uno puede llegar a colgar el ‘hacemos’ en un cartel, y quedarse sentado en el banco de la estación esperando al metro imaginario, al tranvía prometido o al trolebús soñado.
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Rufino Mesa Vásquez (España)

MARÍA LA NÁYADE
María se sentía extraña y complacida dentro de su menudito cuerpo; en él era el flujo de un sueño húmedo y placentero. Se acariciaba con suavidad y se amaba con devoción permanente. Cada día dedicaba varias horas en maquillarse, cuidarse y disfrutar con sensualidad sus propios sentidos. Ante el espejo miraba sus ojos y veía en ellos la profundidad del cielo.
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