camino polvoriento
al principio es un pequeño pueblo cercano a una montaña
y hay una vida activa en él, los pobladores, que son pocos,
viven sus vidas, no demasiado felices ni animadas
pero todo es como el río: fluye con tranquilidad.
Luego llegan extrañas personas que no conoce nadie en el pueblo
llegan y se instalan: una niña con un bebé que berrea todo el día
mientras su madre, con aspecto de niña, grita, insulta, grita sin parar,
se la ve muy nerviosa y hay un extraño vestido de negro siempre,
alto, con sombrero y toga negros, camina por las calles de polvo
y nunca habla. Los pobladores empiezan a cambiar y, por consecuencia,
la vida en el pueblo cambia: ellos enferman de a poco y no se sabe
de qué enferman, pero se les ve esperando, sentados y vendados
en los bancos del parque, mirándose unos a otros o mirando la montaña
y las camillas van, llevadas por las ramas de árboles copudos,
la vida se estaciona y se detiene como un tren arribado a destino
y no recuerdan nada de sus parientes ¿mi madre? dicen;
¿mi padre? dicen; ¿por dónde iba yo?; se despiertan de sueños
y caen en otros sueños, hablan con los ojos cerrados
“hubiera deseado”, murmuran, pero la ceniza cae y todo es turbio ahora.
De Cámara profunda.
J0NATHAN SWIFT
Jonathan Swift, cansado de sus congéneres, abandonó la isla
y se dirigió hacia un espacio, para él, desconocido.
Aterrado de la vida que vivía pensó que había otras vidas posibles
y que el sino del hombre era la búsqueda
pero la vida que anhelaba persistía en resbalar e irse
de su lado, y los años lo alcanzaban ya
y los otros que él era lo rodeaban con desasosiego,
nunca le habían brindado lo que él merecía
o sentía que merecía, en la vida sólo había dispuesto de pequeños papeles
que no reflejaban su estatura, su intelecto había sido usado
por mediocres minorías que, quizás sintiendo un placer secreto,
se empecinaban en menospreciarlo. El gaitero o el amo del cobertizo
reían bebiendo abundante cerveza mientras los jóvenes garañones
secos de seso seducían y fornicaban a prestas doncellas
que así sentían cumplido su papel en la vida. Los jueces olfateaban
la tinta, los leguleyos ejercían y ejercitaban la mentira,
los terratenientes competían en fraudes y ganancias
y los políticos hacían lo mismo que todos ellos
pero mucho más y más seguido. Entonces, ¿qué vida viviría?
ninguno de esos perfiles daba su rostro, nadie era un espejo
para él. Los estados de la mente hacían sitios solitarios
donde él crecía como un niño pero se quebraban como cristales.
Harto de no llegar, Jonathan Swift soñó que era Gulliver
que vivía en un país de enanos.
De Yo mismo soy un extraño aquí.
DOS
a veces me quedo dormido
cuando despierto en una nube
y no me reconozco
pregunto por qué estoy ahí
si todavía soy yo
y cosas por el estilo
pero como las nubes
no suelen contestar
me quedo sin saber
si seré yo u otro
que se parece a mí
y nos miramos
más bien callados
como diciéndonos a nosotros mismos
qué pasó
qué hacemos ahí
cómo nos recogió la nube
y nos llevó,
hermanitos gemelos,
a no reconocernos.
De Yo mismo soy un extraño aquí.