Jorge Eduardo Mosches
EDUARDO MOSCHES
(Buenos Aires, Argentina - 1944 - )

 
Mexicano de origen argentino. Nació en Buenos aires en 1944. Vivió desde 1963 a 1970 en Israel.  Estudió   Ciencias Sociales en la Universidad Libre de Berlín, Alemania (1970 a 74),   y Cinematografía en la UNAM. Reside en México desde 1976.  Es coordinador editorial de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Fundador  y director de la revista literaria Blanco Móvil, desde 1985. Ha publicado los poemarios Los lentes y Marx, Los tiempos mezquinos,  Cuando las pieles riman, Viaje a través de los etcéteras, Como el mar que nos habita, Molinos de Fuego y Susurros de la memoria, Avatares de la memoria(antología poética  1979-2006)  y el libro de prosa Caminos sin ruta. Ha colaborado en periódicos y revistas en México, Argentina, Alemania, Brasil,  España, Estados Unidos, Israel,  Italia, Chile, entre otros. Ha recibido varios premios nacionales como poeta y editor de revistas literarias. Ha sido traducido al alemán,  italiano, portugués, hebreo e inglés.


Las ventanas cerradas

Las ventanas cerradas
son el perfecto medio
de aglutinar los aromas
de las vivencias pasadas
Una forma citadina de atesorar
los recuerdos
                     tan volátiles
como las hojas de otoño de la infancia

Impregnarse de  olores
succión de colibrí
resguardar
aprehender la imagen de la piel
acariciada
               lengua y poros
enredar los sueños de vigilia
amamantarse en la pesadez del ambiente
perfumar la esquina de las cejas
atragantarse en las pestañas
de los amigos torturados
leve temblor de la propia muerte

Las ventanas cerradas
también pueden llegar a ser
un vidriado telescopio
de los puntos negros móviles
Sombrero sin dueño
dueños con calvicie
caspa en las orejas sordas
bombardeos surcando ideas
los vestidos caen en tiras de  las pieles
el hambre de perros apareándose
las murallas atravesadas por humanos
cuchara abandonada en el plato húmedo
un escarbadientes ahondado en la tiniebla
la bolsa de valores deformando familias
destellante perfil de un caballo a través del suicidio
un morirse lento sin tasación

Algún vidriero loco
está haciendo ventanas
con caminos


Primaveras y algo más

Fue un día como hoy
con ese mismo pedazo de luna
filtra luz entre nubes deshilvanadas
impulsar hacia el deseo de un círculo completo
El sonido a murmullos y vasos trizando
el tiempo y los hielos al alcohol
tu sonrisa se anudó a la voz
mientras nos olíamos
jugar con las palabras como si fueran senos
acariciando con el deseo tus caderas
mientras se  penetraban nuestras pieles
al calor cómplice de la luna
Crecieron las uñas y el cabello
nuestras sonrisas se conocían
hacíamos el amor  con mucha más libertad
los paseos a propias cuevas
se deslizaban a mayor profundidad
lloré arrimado a tu tibieza
despertamos juntos recibiendo al día
cargué por momentos alguna de  tus penas
bebimos la mañana entre besos
Descubrí los dientes sonrientes
de la música tropical
bailabas arrullada por el ritmo de  tambores
que se convertían en amante voraz
acariciando tu cuerpo menudo y veloz
no pocas veces con mirada hambrienta
celoso de ese pulpo invisible de las claves de sol
que se impregnaba viscoso en tu piel
el sonido era miel entre los muslos
mientras lamía tus muslos y pubis
olían a colmena horas más tarde

Nació una imperceptible sombra de pez
el temor a puerto
y las tormentas de todos los inviernos
se llevaron para siempre
la posible permanencia del pez

Me arropo en tu amor
calmo temblores de años
río con cariño hacia tus ojos
pozo azul que juega con colores
mi cuerpo brama pegado al tuyo
momentos que unimos nuestras lumbres
arrimamos las cuatro manos soplando la llama
incendia y nos mata con dulce dolor

Hemos caminado junto con las primaveras
recogimos algunas espinas para adornar las flores
cauterizado otras pequeñas heridas
la vida y sus estaciones
experimento permanente
somos nuestra propia cazuela
en que hierven los brebajes

A beber con las  manos
robar el agua para calmar la sed
de esta cortísima existencia

Sigamos en la barca
continuemos descubriendo
nuestros continentes.


El arpa enlaza el cielo a la tierra

                                                 para Adriana Cao

Las dos manos entreabren sus dedos,
enhebran las primeras falanges a las cuerdas
 y enlazan  los sonidos a este telar de aire,
donde chisporrotean en el vibrar de nubes
a nivel de los ojos ,
 en resonancia  intensa juguetona ,
mientras el río discurre y nace
en medio de la habitación,
 inunda  los sentidos,
instaura  nuevos, mientras los dedos crean figuras  etéreas
hechas materia ligera: sonorizado aire,
en el deambular hipnotizado por la música.

El cuerpo de la arpista se mueve
al ritmo que cada arpegio crea la propia felicidad,
sus pies vibran y golpetean el suelo,
hace tierra la música en ecos de balsas soneras
que navegan el río ancho color madera seca,
 inundan  las aguas vertiginosas el cuerpo y las emociones
de aquellos que escuchamos,
crea otras felicidades .

Estas  cuerdas son portadoras de libertad,
movimientos del interior que copulan con fervor
con los cuerpos de los bailarines en calma.

Las manos tejen sonidos
de esta inasible tela de lo audible.

Las sonrisas se descuelgan como globos
 buscan nuevos paisajes por esta tierra.


Nubes y bruma

Las nubes tejidas en
deshilados grises amenazantes,
encaramadas sobre el cerro
picoteado por el tiempo,
avanzo en  ascensión difícil;
la respiración se desgarra
a través de mis dientes,
los árboles y sus raíces aéreas
forman  figuras que entrelazadas ,
crean una especie de techo protector
de los rayos del sol,
los cuáles sólo se vislumbran  al iluminar el agua
del riachuelo que humedece las gruesas  piedras
de esa larga escalera
que nos dirige al cielo de la pirámide.

La bruma ,  especie de embrión de nube,
envuelve mi marcha hacia el encuentro
de lo desconocido pero deseado,
mis pies pisan con cierta firmeza suave
la piedra desgastada,
por otros tantos pies de caminantes,
que fueron  a la  búsqueda
de otras nubes y otra pirámide.

El sonido de voces humanas
entrega cierta calidez diferente
a la ascensión .
en  este espacio donde la historia y la naturaleza
han descruzado sus rodillas pétreas
para uncirlas
a las nubes que viajan.

Hay ciertos gorriones que hacen verano.


                          Crecen a pesar de nosotros

Las uñas crecen con la precisión que el tiempo otorga
las podemos roer si cierto instante de angustia nos invade
pueden romperse en algún movimiento un tanto brusco
también pueden comenzar a cantar en la piel del otro
en ese instante en que el cuerpo  los cuerpos se atraen
giran susurran entre gotas que nacen de los propios ríos
surgiendo de las fuentes que el deseo hacia el placer formula
avanzan las uñas pintan un nuevo mapa que se extiende
lento entre los omóplatos  crea círculos íntimos
discurre el movimiento sobre esa columna formada de pequeños huesos promontorios de sensaciones
que han sido la base de hacernos bípedos
los muslos se empapan de uñas que se aplacan para transformarse en dedos circulantes
acariciantes
pintan en un viaje de color blanco intenso murales musicales
el sonido y susurro de los cuerpos
el seno acaricia los labios en esa danza de lo meticuloso
el pene se convierte en vigía
aventurado viajero de lo que acontecerá
la lengua no discurre sólo canta sobre el clítoris
mientras el fuego nacido de leve chispa
agita
alza su cabellera se desparrama con el girar húmedo
como peces que salpican alegría
eslabones eléctricos sacuden los cuerpos
envueltos en su piel únicamente
torneados como recién nacidos
a veces flota la carne  hay arrugas
el tiempo ha pasado y nos vuelve más cómplices.

Los cuerpos descansan
para seguir desnudos
las uñas siguen creciendo
a pesar de nosotros.


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Título: Metapoesía
Autor: J. Lallemant
ISBN: 978-1725512801
Páginas: 82
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