Jose Antonio Miranda Leal
ANTONIO LEAL
(Chetumal, México - )


(José) Antonio (Miranda) Leal. Nació en la ciudad de Chetumal, en el Caribe de México. Estudió la carrera de sociología en la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue integrante del célebre taller del cuentista mexicano Juan José Arreola. Tuvo la beca de poesía del Centro Mexicano de Escritores. Ha publicado poesía: Duramar, Ed. Universidad Nacional Autónoma de México, 1981. Thalassa, (Pról. de José Emilio Pacheco, Premio, entre otros, Reina Sofía y Cervantes de España), ed. siglo xxi, México, 2008. Como resultado de una beca ofrecida por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México, en la categoría de Escritores con Trayectoria (2010), escribió el libro de poemas La fauna exaude, que el mismo CONACULTA aceptó publicar este año del 2012, encontrándose actualmente este volumen en proceso de edición. Ha participado en festivales internacionales de poesía en España (Pontevedra), en donde publicó una antología de poemas titulada Poemas provinciales, 2004. Actualmente escribe un libro de poemas inéditos titulado originalmente unciones y disyunciones sugiere un cambio de título para venir ahora a llamarse: OTRAS DIGRESIONES, integrándose expresamente con poemas cortos, propositivos, un tanto  necesariamente irreverentes en su estilo, repito, en fase de escritura, lo que otros denominan  work progres. Ha asistido a festivales literarios en Chile, Cuba, Costa Rica y España. Sus escritos han sido publicados en los más importantes medios culturales especializados de México. Publica en páginas web internacionales de España, Francia, Portugal, Grecia, Italia, E. U., Cuba, Colombia, Brazil, Canadá, Chile, Ecuador, Argentina, etc. Labora como guionista de radio en el Sistema Quintanarroense de Comunicación Social del Estado de Quintana Roo. Dirección: Av. Manuel Acuña no. 96, Colonia Jardines, Código Postal 2701, Ciudad de Chetumal, Estado de Quintana Roo, México. Cel. 983 752 77 63. Correo electrónico: balamqro@hotmail.com y poetadelcaribe@yahoo.com

Facebook: balamqroo@hotmail.com .México, febrero 27 del 2012.


VUELVE EL RECUERDO


Vuelve el recuerdo que creí perdido

   en los escombros que atesora el día;

   cizaña fue de una estación tardía,

 

oveja del redil que no se ha ido.

   Vuelve tu nombre como el ave al nido,

   igual que al puerto el barco que se hundía;

 

arde en la brasa que en rescoldo había,

   navega en la memoria del oido.

   ¡Oh sangre de mis venas! ¿Qué maldigo

 

de esa hora,¡por Dios!, si fue uno mismo

   el amén que los labios prometieron?

   ¿De qué sirve llorar un cataclismo,

 

o encontrarnos en ojos que nos vieron?

   ¿Qué somos los que un día fuimos?, digo.

SIRENUM SCOPULLI
Antonio Leal


MORIDOR

Cantarán las sirenas en aquellos lugares que fueron consagrados al deleite. Isaías.


Y
o sé que estás ahí, en el cloqueo

del agua que se engolfa en los estuarios,

en el dorso mojado de una ola,

 

en la vaina de su espumada cresta

que vuelca al pecho de la ociosa arena,

en la caravana de aciagas valvas

 

y sordas botellas desperdigadas 

en la febril molicie de las playas,

en la habitual deshora en que orillan

 

maltrechos a las costas atavíos

de descuadernados barcos que olean

como mugre de inútiles naufragios.

 

Estás ahí, varada en la nostalgia,

anclada en la sal de las estatuas,

como una vaharada de recuerdos

 

que aquí recalan en el mar del alma,

exacta en la zozobra de esta tabla

que aún guarda tu memoria intacta.

 

Yo sé que estás ahí, en este oleaje

de palabras que yo aprendí en la infancia.

 Yo sé que estás allí, en la maraña

 

de las sombras que atajan el sendero

donde crecen los árboles del sueño.

Tus raíces ahijan en el viento,

 

 se fijan en la piel de los recuerdos

como abrojos en las grietas del tiempo.

Y tú estás allí, entre vivos fuegos

 

malvas, añiles vacuos, encendidos

ocres, oros pajizos y sanguinas,

entre acúmulos laqueados igual

 

que escamas. A veces eres un barco

flotando en el inmenso azul caribe,

un rostro, algún lagarto, un alacrán,

 

un perro tiznado, un unicornio,

una ballena muerta entre la arena

que tiene en su lomo un ancla vieja,

 

un cofre que atesora los bestiarios

donde hay un ave con alas abiertas

y cara virgen de hermosa sirena.

 

Y sé que estás allí, un poco adrede,

hundida como un pecio en los confines

de una nube, comarcana a los sitios

 

en donde apersoga la luna recia

el lascado rebrillo de sus naves

cuando se desliza en sus andurriales.

 

¿Fata Morgana ?, ¿Rusalka o Liban ?,

¿Murgen ?, ¿Lorelei ?, ¿Sigelind ?, ¿Derketo ?,

¿cuál es el nombre que tendrás mañana ?

 

¿Quiénes otros con fama de poetas

dirán que pasaron frente a las costas

de Sirenum Scopulli, sin verlas ?. 

ANTONIO LEAL.- Del libro Thalassa, Ed.  siglo xxi, México, 2008.


 

MORIDOR


Yo,

   que puedo evocar

   el minuto más alto de tu cuerpo;

sitiar palmo a palmo,

   como a una ciudad,

   tu piel dormida;

con el hinchado velamen del deseo,

   ir mares sin tiempo,

   a la deriva,

al salvataje de tu nombre

   en el naufragio

   de mis venas.

Yo,

   que tomo tu cuerpo

   como un piélago

de un sueño

   en el que me va la vida;

   que bailo el sabath

entre el boscaje

   más tierno de tu carne

   franca que me ansìa;

que sólo junto a ti,

   como hijo de tu sombra,

   ciego,

voy como a un festin

   destino al fuego

   del infierno.

Yo,

   que por senderos abiertos

   con alfanjes de la Luna,

puedo hallarte

   en cualquier rincón

   de algún espejo;

que entro en ti

   para soñar

   en el jardín prohibido,

que es mi corazón,

   en el cuenco de tus manos,

   el fruto que devoro


Yo,

   que puedo nombrarte

   noctífuga insaciable;

nítida guardiana

   de las ariscadas

   bestias del deseo;

cántaro de mi mismo barro

   en el que sepulto mis heridas;

   cáscara imposible de mi soledad,

torcaza mía.

   Yo,

   animal agreste

   de recónditas costumbres,

a quien solamente

   tú puedes encontrar,

   siguiendo el rastro moridor

de la trilla que dejo

   sobre la piel sangrante

   de esta pàgina del dìa.

Yo,

    cicatriz de tus heridas,

    panal de tu fatiga,

 ungüento  de semillas

   en la enfermedad que más te duele,

   alto paraje

en donde se inclina

   a pensar tu sombra célibe,

   en el ritual de la memoria,

tu palabra perdida.

   Yo,

   el semejante infalible

    más exacto de mí mismo;

único Caronte

    en la barcaza de tus sueños,

    quien en el territorio inmenso

de tus sábanas blancas,

   con banderas de ternura,

   en su lucha contra el ángel,

perdíó sus alas.

ANTONIO LEAL.-La fauna exaude.


 

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