BEATRIZ TERESA BUZTOS
(Argentina - )
Tengo en mi haber numerosos Premios y Menciones en concursos literarios a nivel Nacional, Provincial, e Internacional.
He publicado en varias Antologías, en el diario “La Voz De San Justo” de San Francisco - “El Corredor Mediterráneo” de Villa María y Diario Provincial “Vivencias” de Las Varillas, Córdoba y El Periódico de San Francisco.
Desde el año 2007 coordino el Taller Literario “Sika de Brook” de la Penitenciaría N° 7 de esta ciudad, y el grupo Literario INDICIOS EN TINTA (interactivo y de perfeccionamiento) también de San Francisco Córdoba.
Reconocimientos
*DISTINCIÓN MUNICIPAL –junto a otros Escritores – por su aporte a la cultura- 13 de junio 1997- San Francisco Córdoba
*Recibe RECONOCIMIENTO a la trayectoria literaria y cultural, por Periódico interprovincial “VIVENCIAS”- Las Varillas – Córdoba a través de sus “Tertulias Literarias Regionales” 5-12 2007
*RECIBE DISTINCION de API (ARTISTAS Y PENSADORES INDEPENDIENTES) por su Obra y su aporte a la Cultura- en el marco de la FERIA DEL LIBRO 2011, Ciudad de Còrdoba -Argentina - 9 de septimebre 2011.
LIBROS PUBLICADOS (artesanales)
*“VERSOS SENCILLOS” poesía julio 1995
*“EXILIO INTERIOR” poesía – agosto 2003
*“LOBEZNA DRAMATURGA” poesía agosto 2005
*“BEBERSE EL ÚLTIMO SORBO DE LAS SOMBRAS” poesía y narrativa- Diciembre 2006
VIGILIA EN ROSA-LILIEÁCEA
11-11-2005
Ella dice (la seca muerte dice).
Pero yo desoigo sus murmullos discordantes.
Consejera herética en tan duro aprendizaje.
Ausente estoy en el presente cuerpo.
Ascendida al abismo de mí llaga.
Un refugio rosa-liliáceo
en sus redes perfumadas atrapó mis lágrimas.
No me quejo, ni intento liberarme,
por que donde fuere irán conmigo la memoria y el indicio de mis brazas.
La marea de versos arrojará las palabras yertas en mis playas
y el cielo se escudará ante mis frágiles ruegos.
Un ceremonial de luz canta la victoria.
Ha desplazado las sombras apostadas.
Hay claridad en la mañana.
Oasis rosa-liliáceo,
azahares perfumados de mi casa.
Por las primaveras que reverente besaron
las huellas de mi madre, GRACIAS.
DIVIDIDAS EN UNA PARTE
He descubierto que en el espejo habita
una mujer desconocida...
¿Será prolongación de mis escombros?
¿O seré reflejo de su vida?
Ella, al ver serpentinas de rímel en los ojos,
fruto del desenfrenado carnaval de llanto
que inundó mi lecho,
se ofrece a suplantarme
en esta indiferencia cotidiana,
donde vivo poseída del silencio.
Ella sale desde el fondo oval,
le pongo mi máscara (la que más me abriga),
se retuerce bajo mi esplendorosa piel
y como un gato de sombras se desliza
sobre las cenizas de mi voz.
Y con la actitud de quien se sabe dueña de las sombras,
toma mi abismo y echa raíces en mi nombre.
Ante el desamparo de su solidaridad de muerte,
sonrío desde mí nuevo reino y con una donosa hebra
urdo un valle de mentiras en mi mente.
Sé que mañana vendrá a buscarme,
a pedirme que le devuelva su universo.
Entonces, yo seré para ella
la conocida mujer que habita el espejo.
Habrá develado el doloroso misterio,
de tener divido en una parte el cuerpo.
Así andaremos las dos, hasta que
un día cualquiera, al mirarnos sinceramente
a los ojos, nos encontremos.
HOY LO COMPRENDO
Lejanos rostros traen los pájaros de agua,
la casa, herida de azucenas canta su liturgia.
Por las huellas que ha dejado la lluvia en los cristales,
el jardín se ha vuelto extraña policromía.
Mi alma ha estado horas en el cuarto,
buscando soles en las viejas cartas
que ha guardado el cofre de la vida.
Cuando pasajera de la sonrisa recorría universos de infancia
y buscaba en la huellas de la siesta,
mi nombre encendido de quimeras y palabras.
Cuando colmada de besos maternos
mi rostro maduraba, y creía eternos a mi madre con su magia.
Cuando la lluvia por días tejía un manto gris sobre las almas,
ella escribía sobre blancas sedas, milagrosas palabras.
Nunca me permitió leerlas cuando niña, decía —son para
cuando crezcas, para el tiempo del espejo y de la piedra.
Y fui creciendo... mariposa temerosa del verano
estremecida por los vientos de la razón
ante la incomprensible muerte de los años,
que triunfales avanzaban por mi piel, con su tirano carrusel.
Después, aprendí a florecer entre cantos y estrellas
y olvidándome de mí, llevé en los brazos otros sueños,
los que un día —por ley de vida— buscaron otro cielo.
Entonces, amasé pan de lágrimas para mis besos,
y me di sin reservas a andar la niebla de mi pecho.
Fueron las palabras escritas por mi madre,
las que alumbraron el camino nuevo,
las que cada día me dicen que la vida, es tan sólo
semilla de purificación para lo eterno.
Cada vez que las medito, me parece oírla decir,
—son para el tiempo de la piedra y del espejo—...
Hoy lo comprendo.
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