MARIA ORETO MARTÍNEZ SANCHIS (Elisenda de Montcada)
(Valencia, España- 1959 - )
Maria Oreto Martínez Sanchis, nacida en Valencia (España). Soy licenciada en Lengua Española y en Lengua y Literatura Catalana.
He publicado poemas y cuentos en revistas digitales como Salamaga ( Promesa cumplida, Seducción y Miguel Hernández: condenado ayer , héroe hoy) y Artekiltro (Naranjo enfermo). Magaoliveira leyó dos relatos míos, Psicópata y Travesía nocturna en su programa Clandestinos, y Carles Gova recitó un poema: Poema chocolateado (cuyo título real es El elixir de la ilusión). He publicado poemas y relatos en Antologías conjuntas: Pinceladas de relatos y Antología del poeta y artista virtual.
Soy , de momento, semifinalista en un certamen poético español, patrocinado por el Centro de Estudios Poéticos, con el poema Anhelo de posesión.
He ganado este año el Premio a la Excelencia narrativa en la Red de Escritores de Coquimbo con mi relato Impotencia, y el segundo premio en poesía con Paz. Algunos premios en Unión Hispanoamericana de escritores y en Sociedad venezolana de arte internacional, así como en la Revista de Marcela.
He escrito dos novelas juveniles en catalán: Un cant a l’esperança y Misteri a Perpinyà. Actualmente están en fase de concurso.
Soy miembro de REMES.
Mi correo electrónico es oretomartinez1@hotmail.com
Nací en l'Alcúdia (Valencia), España, el 14 de septiembre de 1959.
A RITMO DE NO
Acurrucada en la penumbra de la habitación,
añoro tus ágiles y alegres pasos,
que rebotaban sobre el suelo
como un suave tango extraviado,
como una gacela sin norte,
como un bajel sin timón.
Sueño que percibo tu aroma, mezclado
con la añeja telaraña del olvido;
ese pasado empeñado en vivir en el presente,
un presente futuro, y por ello ausente.
Contemplo extasiada tu cuerpo desnudo,
que se me hurta pudoroso…, tal vez coqueto,
esperando mis palabras enamoradas,
mis súplicas apasionadas,
mi insistencia ilusionada...
Me contemplo a mí misma, entre tinieblas,
pereciendo bajo el desdén de las notas desafinadas
de un piano de cola que, con manos expertas
pero inclementes, martilleas a ritmo de no.
Tu seductor frac me encandila,
pues a través suyo percibo tu esencia corpórea.
Sonrío dichosa entre la niebla de mi pesadilla,
y, perdida entre sueños, olvido tu historia.
Maria Oreto Martínez Sanchis
EL MUNDO
Oh mundo lleno de miserables congojas,
que nos conduce por una feria de engaños
hasta las enemigas tinieblas del olvido,
mi desencanto es el rocío de la soledad
que me aguarda en el sendero como bandolero,
dispuesta al asalto en el destino.
¡Oh mundo, mundo!
¡Cómo me desorientaste en mi credulidad!
Viajera a lo largo de un camino que yo concebí fértil
y me sumió en el pozo de la esterilidad,
camino con los pies sobre clavos ardientes
sin creer en un mañana ignoto,
sin desear un futuro ya inalcanzable.
¡Oh mundo, mundo!
Feria de vanidades y de despropósitos
que atrae a las criaturas como imán al hierro,
pero en la cima de la montaña de la experiencia
el descubrimiento del laberinto de errores,
del desorden que supone nuestra existencia,
arranca del alma la alegría
para sumirla en el pozo de la melancolía,
de la añoranza de aquello que pudo haber sido y no será,
en la tristeza de aquello que será sin ser deseado
Maria Oreto Martínez Sanchis
EL PRECIO
Corazón desgarrado,
làgrimas negras
de amargura
sobre la luna
alargada de tu rostro.
Una pena infinita
como el tiempo
ahoga y estremece
hasta el último rincón
de tu cuerpo.
Sollozos y suspiros
nacen de tu corazón
acongojado y triste.
Rumor de miedo
en el castañeteo de tus dientes.
Cuerpo tembloroso
cual vela encendida
en la penumbra oscura.
Pensamientos de flaqueza
inundan tu mente.
Te preguntas qué hacer,
cómo huir del infortunio,
cómo escapar de los brazos
que te impiden
ser libre cual gacela.
No puedes.
El amor te posee
hasta el extremo
de negarte a ti misma
el mayor consuelo.
La libertad que sientes
lejos de ese amor
que te corroe y te corrompe
tiene un precio: El olvido
del volcán de tus pasiones.
Recordar ese fuego
es tu muerte en vida.
Por él tus ojos lloran
lágrimas negras.
Sin él, tu alma feliz sería.
Maria Oreto Martínez Sanchis
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