IHOSVANY HERNÁNDEZ GONZÁLEZ
(La Habana, Cuba - 1974 - )
Ihosvany Hernández González (Ciudad de la Habana, 1974), escritor y poeta, fue guionista de programas dramáticos para la radio en su ciudad de origen. Hizo estudios de Historia en la Universidad de la Habana. Desde el 2004 reside en Montreal, Canadá, en donde ha sido nacionalizadoo. Algunos de sus trabajos aparecen con regularidad en revistas literarias como The Apostles Review, de Montreal. Así como en otros publicaciones periódicas como Diario de Cuba, o, Noticias Montreal.
Es ganador de algunos premios literarios, entre los que destaca el Primer Premio del concurso de cuentos “Nuestra Palabra” (Canadá, 2010), el de Reseña Literaria Azafrán y Cinabrio ediciones (México, 2008), y el Segundo Premio, de la categoría cuento del evento Tendiendo Puentes convocado por la Universidad de Toronto (Canadá, 2005). Es autor del blog La Parada de los Mangos.
1.
regresas
al punto de partida
después de asumir la nieve y el sahumerio de una ciudad
desconocida por el padre
siempre a la espera del hijo con quien dialogar del mundo,
del sinuoso camino a lo improbado,
equívocos venidos a la par de nuestra lumbre,
sitio donde sumergir
la ingratitud de un paisaje preñado de rascacielos
o de la burda tempestad del amigo preguntando por el vicio
de cifrar en cuadernos
los signos que en cada piedra adviertes
cuando algún pez es arponeado en el horizonte.
el pez habla de su destino
y tú dibujas su vientre como si fuese una casa.
la casa en donde pernoctar
te hará pensar en lo extraño
en el ojo por donde observas tu mundo.
regresas al punto de partida
y en el umbral donde escuchaste los danzones
con los que el vecino trasnochaba en su alcohol y su hambre
hablas de Dylan, Yeats, Alighieri, Federico, Neruda,
Vallejo, Paz, Borges
prescindiendo del mar que hubo ante alguna ventana
mientras amaste en un instante de torpeza
antes de lanzarte a estos apuntes para salvar el fuego
devolviéndote tu propia imagen
diversificada en estas tardes de noviembre
como si fuera ésta la única cualidad del hombre permitida
para acompañarnos
más allá de todo viaje.
2.
recorres la calle dibujada entre pedruscos
(Babilonia fue semejante en su polvo)
a todos reconoces en medio de la paz
en esa necesidad de saber
de preguntarnos diariamente
qué habrá después de aquel cielo sombrío
de qué color es la estancia donde surge
el brillo que tus ojos alcanza cuando hablo de
Pekín, Pakistán, Libia, Israel.
regresar
es la dádiva
salpicando el borde
de tu mano.
el vicio de algún tabaco se dispone a sancionar
tanta negligencia
fotografías digitales agolpadas en una mesa
muros que socorren el regreso ofrecido años atrás
antes de querer modificar las costumbres y la vida que
descreída en su linaje
hoy muestra las cosas, los objetos y el aire
inmutables en su oro.
regresar
es la dádiva
frunciendo el ojo que atisba
tu propio origen.
regresar
querer mudar las cosas
olvidar el rancio de los estantes
hablar del mundo disponiendo de su incorrección
es lo que hoy va haciendo de ti
un inconforme con ese país minúsculo
en la sal que nos aparta de todo sueño, de este viaje.
3.
de qué valdrá (entonces) mencionar aquel trayecto
piensas
viendo pasar
el polvo acuartelado en un férreo atardecer.
largas serán tus noche, te dices
hasta que retornes al punto de partida
el sitio donde alguien querrá enmendar lo inasible
a un cielo extranjero
inexorable
en el instante de conocer tus otras vidas.
PRETEXTO DEL ANIMAL
llevo años sin pensar
sólo te dibujo en mi absorto aislamiento
avizorando
la necesidad de otra mano cuando
todo depende ciertamente de ti
y desconoces del rito que nos unirá
al trazar la curva insolente que tu cuerpo
impone en cada estancia
como un aullido ahogándose en mis ojos
como un perfecto estado donde aunar la lírica
a esa voz que me turba hasta la mudez
razones inequívocas que dicen / ilusamente
profetizar los siglos por venir
el pan que tendremos para salvarnos
antes que otra religión
instaure un anónimo ídolo semejante al nuestro
idéntico a ti
pretexto que exploro por el vórtice de estos años
sin diálogo
salvándome en la rutina del dibujo
del enmascaramiento
del juego de vestir otra piel
como si fuéramos animal sin caza
caza sin acechador.
SILUETAS
anochece
una fábrica de silencios siembra tu bosque
eres sombra de mundo destinado a lucir su invierno
el año de pensar se ha ido a pernoctar en su arrogancia
en tu soledad
hombre pérfido
callar fue el espejismo
entender el bosque es lo humanamente detenido
en la demorada muchedumbre
cansancio de ser
una sombra que hiende en esa desvirtuada parsimonia que deseas
para embestir tanta plática.
anochece
y un fábrica de aullidos te hace de bosque
silueta de hierba y légamo
hombre de aquel Prometeo moldeando las fauces para obtener
lo que esperas
la voz nocturna para celebrar
lo humanamente predecible
lo letal y lo loable
puestos a recaudo en el verso que ahora dictas
desde tu noche trocada en esta evocación
irreconocible y tácita.
ROMPER EL DISCURSO
armar la pasión
consumación del decir
contar
el mundo
hecho
en bocas llenas de preguntas
adónde voy
quién soy en realidad
cuándo
tropieza el sueño
justo al cántaro
justo a la fuente
y se deshace el clamor
adónde voy, quién soy
cuando
intento romper el discurso
y vuelvo a él y soy él
en
toda
su
integridad.
ARMAR EL DISCURSO
proponer otros trayectos
intercambiar el zumo
del que sabe que todo sueño
se instala en la levedad del tiempo consumado
naufragio distribuido a partes iguales
saber que todo es duelo abierto entre la palabra dicha
dibujada
comprometida
en esa visión que te insta a armar tu propia imagen
o ese discurso del que eres parte ambigua en su
totalidad.
PAISAJE DONDE VAMOS NOMBRANDO LAS COSAS
el sol ensordece esta estación de rutilantes cuerpos
muriéndose en su aurora
nadie
presiente
el himno
que cae sobre las cosas
(in)tangibles, sueños sobornando
esta diablura de pretender nombrar
lo que nos une, nos coloca frente a frente
sin esa virtud hallada en los que desechan su moral
intento agrupar los que nos lía y miento / el hombre acaba
de marcharse sin saber de esta lista: objetos que llevo como un mendigo
un paisaje donde duermes
donde desvaneces cuando te nombro
en ese mañana que se impone sobre tu universo.
LA IMAGEN EN EL ESPEJO DE ESTA CIUDAD
nada cambia excepto el hedor de los puentes
escurriéndose en la nieve.
nada cambia (lo sé)
al penetrar esta calle amparadas por los mercados
fruterías comercios desfiles
que al atardecer
se convocan en la calle de Sainte-Catherine.
pongo mis ojos en los espacios abiertos
persigo tu mano que de noche
sentencia el vacío (la mano) que dibuja
esta ciudad y la hace diferente como si fuera este cielo
el de un país que uno conoce de memoria
y procura sostener de alguna cuerda
en donde pueda vislumbrar tu imagen
en el azogue
de alguna nueva idea.
AUTOCRÍTICA EN VERSO PARA NO SER LEÍDA EN PÚBLICO
si mi nombre ocupase un plaza en tu boca
si llegara a ser blanco en tu página
colmado el vacío de tu crítica
lamiendo el azufre destilado
en ese vicio por implicar al hombre que
se ampara en su sueño
entonces sea cual fuese el destino
buscaría un instante para
devorar el objetivo del tiempo en un manzana
fuera del reloj o de mi mano que apenas
socorre el vuelo de palabras
juego para ajenos
crítica del silencio apostando
volver al diálogo que
disuades
porque es otro el trueque admitido
es otro el verso que corroe tanto símbolo
y no entiendes
la razón por la que acabo de anunciar mi nueva imagen
poniendo a salvo su origen
su destino
el gozo de estar siendo leído en éste instante
en que subsiste todo poeta.
ÚLTIMAS MONEDAS
(díptico)
I/
buscábamos la piedra, aquel país
que se marchitaba a los pies
la cuerda marcaba el regreso y confiados
nos dimos a la juerga sin importarnos
la luz que se fue retirando en la crispadura
fuimos hacedores de milagros
contorsionistas en una feria sin preludio
todo intento goza de su quimera
del vértigo que produce la confianza
todo juego lleva un nuevo paquete de cartas
unas monedas. al desapercibir el hilo
perdimos la orientación
y no hubo rey a quien sobornar
no hubo albor prorrumpiendo en la oquedad
pretendimos ser salvados desde un pozo innombrable
maquinando otro juego
cuando las monedas fueron retiradas
el silencio fue un instante
que aquí entrego a la noche.
II/
dimos las últimas señales por si alguien nos observaba
fue extenuante la espera
largos días de zozobra y mudez
vencimos los pocos recursos intentando hallar la salida
vernos de vuelta
recobrar la lucidez de aquel ego prorrumpiéndose sin avergonzarse
de una imagen distorsionada e irreverente
la confusión fue inevitable
toda palabra engendra música
todo asechanza acaba por desmentir al hombre.
ay de mi mano
intentando dibujar aquella cuerda, intentando jugar al cero
ay del ídolo cayendo en su perfección sobre el agua de mi boca.
hoy me propongo sostener el rito que conferimos a la tarde
el vicio para subsistir sobre el país
que ya es un signo en medio del mar, un símbolo en el agua.
ay de mi mano que escribe estos horizontes
que dibuja otro cielo y otro nombre sobre estas palabras
que algún día tuvieron un sitio y quedaron allí
como un extraño mapa ante estas verdades
que no diré más.
Nota: algunos de estos poemas pertenecen al poemario Verdades que el tiempo ignora, publicado por Linden Lane Press (Estados Unidos, 2011).
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