JOSÉ RODRÍGUEZ INFANTE
(España - )
JOSÉ RODRÍGUEZ INFANTE
Formación:
· Diplomado en Educación General Básica
· Funcionario de la Administración Pública
Obra Literaria inédita:
Poesía:
· Primeros poemas
· Nacer
· Otoño
· Mirando hacia atrás
· Convergencia
· Réquiem por un poemario
· Reencuentro en azul
· Reloj de arena
· Un lugar donde Rula
· La Vall de Boí
· Variaciones para trío
Relatos:
· Una noche encuentadora
· Voces para cuatro Reinos
· A pié de calle
Novela corta:
· En un lugar de la Tierra, en una época cualquiera
· Marusiña o el café de las cinco
· Quise volar contigo
· Cuando los bosques mueren (Editorial Amarante - http://editorialamarante.es/ebooks/ficha/cuando-los-bosques-mueren)
AL PRINCIPIO FUE PLATÓN
Al principio fue Platón.
Sembré de libros mi pupitre
-nació la poesía-
y el mar de tus cabellos
me convirtió en Neptuno.
Tus ojos, mis labios, tu mirar,
mis suspiros, tu palabra, mi entusiasmo,
tu ausencia, mi figura, tu corazón,
mi primavera.
Llegaron los de lengua ligera:
muslos prietos que al tocarlos
te endurecen la vida. Labios
sonrosados, cuerpos gráciles
de miel tras escaparates de lujo.
Amigos;
se conjugan verbos. Se rompen barajas
la afilada tijera amontona
metros de film.
Me abraso la blanca carne
y no puedo alcanzar el ascua.
Un día queda el reloj
sin arena. Se transparentan
sus cristales.
Una nube llueve besos
y enfermo de por vida.
Los dedos se multiplican,
encuentro el nexo de unión
y amo—respiro sin diferencias.
Alguien, a mis espaldas,
repuso los granos de arena
¿amor? Si ¿Y los besos?
¿Y mis ansias de fundirme
contigo?.
¡Ay mis versos becquerianos!
¿Qué hago ahora tan solo?
El monte se volvió pared
y me da vértigo, si escalo.
Calor. Dicen que somos muchos, que la vida se alarga y que nos multiplicamos. ¿Es eso digno de tener en cuenta para justificar la guerra?. Como duelen, las aún consecuencias del hongo nuclear. Hay un perro que cada noche me acompaña mientras medito y una codorniz que emite par pa lá. Y en el subsuelo de este barrio—Las Golondrinas-, ningún obrero encontraría una rima inconclusa. Pasear, de ida o de vuelta ¿qué mas da?, pero siempre pasear.
QUE NO SE PIERDA ESA FLOR
Que no se pierda esa flor,
que no llegue nunca el estío.
Dios, como me tiembla el cuerpo
y se me enrojecen los ojos.
Me comería a besos su
piel,
y sorbería uno a uno sus
gráciles dientecillos.
Que no se pierda esa flor,
que no llegue nunca el estío.
Siete primaveras, Dios de los cielos,
siete GRITOS quiero dar
conteniéndome furioso.
¡Oh bella blancura! ¡Oh marchita amapola!
Conservarte quisiera, amor mío,
en cristalera eterizada.
Que no se pierda esa flor,
que no llegue nunca el estío.
Fui torpe quitapolvo
que ahogó en lágrimas
tu lechada prominencia.
Un apunte
un mínimo apunte fugaz
y en papel semiarrugado
trazaste virginales letras que
han obstruido mi garganta.
Que no se pierda esa flor,
que no llegue nunca el estío.
Díos, Díos y Díos,
no apartes jamás la gota
que hace posible el arcoiris.
Que el calor de esa almohada
permanezca siempre incólume
aunque nieven tormentas de años.
Que tu nombre sea el frescor
y yo la hoja
reseca que cada mañana
te mira.
Que no se pierda esa flor.
que no llegue nunca el estío.
¡Oh grandioso bigotudo,
rey con siglos a cuestas!.
El corazón tengo atravesado
por una ventusa margarita que
arrancó agua salada de mis
acristaladas pupilas.
Si tesoros hay en
el mundo, ninguno
ostenta la grandeza
de la mente filantrópica
de esa luz de primavera.
Que no se pierda esa flor,
que nunca llegue el estío.
SIEMPRE ENCUENTRO EN MI MEMORIA
Siempre encuentro en mi memoria
-a veces nada busco-
sabor a cucharilla y azúcar
en una mañana de invierno.
Son las diecimedia en punto,
hora de alimentar el alma
viendo la desnudez de la calle
reflejada en el jaspe de tu mirada.
Es el momento grácil
la fuente oculta entre el tráfico
donde saboreo el agua más fresca
que manar pueda río alguno.
Tu presencia, tu palabra,
el gesto mecánico del camarero
y el amorfo escudo de mi camisa
dan vueltas en torno al mundo
hasta que llegan otras diecimedia.
Calendario de vida intensa
-me fue marcada en el Olimpo-
que no tiene tardes ni noches
que aspira con fuerza el aire
rastreando el de tu piel.
Tal vez en alguna hora perdida
se hayan cruzado en el éter
aromas y deseos
y nos hayamos visto los dos
sentados frente a frente, en el bar.
Tañer de solitaria campana
que llama puntual a la oración
mientras un caballo relincha
desprendiendo luz entre sus cascos.
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Poesía Contemporánea
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